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sábado, 1 de octubre de 2011

CÉSAR HILDEBRANDT O LA PASION DE UN OFICIO

Carlos Rivera

“El periodismo que no quiere cambiar las cosas cuando las cosas andan muy mal es un periodismo parasitario”
C.H.

Acercamiento laudatorio


Escribir sobre uno de los grandes iconos del periodismo peruano, es sin lugar a dudas un reto y a la vez un exorcismo. Un reto, por que intentar una aproximación de su aporte al periodismo nacional es una tarea rigurosa y que requiere mucho aliento. Y exorcismo, por que enfrentar y confrontar a alguien como César Hildebrandt es sumergirse en sus demonios, en esa vorágine de conductas, irreverencias, y de broncas – de manera especial- con los broadcaster de la televisión que lo han llevado a salir desaforado de este medio como si fuera un apestado. Pero, ha creado un estilo periodístico cuestionador, escéptico, incisivo en la investigación, y con un aporte cultural que siempre hallamos en sus programas de televisión, revistas, diarios que ha dirigido o artículos que ha escrito. Al igual que Federico More, otro gran periodista, ha hecho de este oficio un arte, un exquisito deleite de la concisión y de la prosa bien armada: sólida y punzante, asumiendo que la información no solo debe servir como entretenimiento cotidiano para el público, sino que debe ilustrarlo, colocar al ciudadano en un cenáculo donde la perspectiva de la realidad política, social y cultural debe estar siempre a su servicio.

La invención del estilo


César Hildebrandt nació en Lima, Perú el 7 de agosto de 1948. Estudió Educación en la Universidad Nacional Federico Villarreal.
Cuando cursaba estudios secundarios en el Colegio Militar Leoncio Prado ganó un concurso de oratoria que podría considerarse como una huella evidente de la claridad en la expresión verbal desplegada a lo largo de su trayectoria en la televisión.
El mismo César Hildebrandt cuenta en su libro de entrevistas Cambio de palabras, que un día con 20 años allá por el año 1971, Manuel D’ Ornellas en ese entonces director del diario Expreso consiente la publicación de unos artículos literarios sobre Julio Cortázar. Esto permite que Enrique Zilieri, perdurable director de Caretas, convoque a Hildebrandt. para realizar las entrevistas habituales ante consejo de Cesar Lévano sobre la posibilidad de contratar a ese personaje perspicaz y algo confrontacional, que ya mostraba como personalidad. Como calistenia y primera tarea en la revista, había realizado una entrevista a Arturo Pacheco Girón, en ese entonces jefe de las brigadas juveniles del APRA.
Para empezar este contrapunteo de fiscalizador con los personajes de nuestra fauna política debía iniciarlo a lo grande y vaya que así lo hizo, nada menos que entrevistando a Víctor Raúl Haya De La Torre. Confiesa César Lévano, quien participó en la entrevista, que esta no le fue encomendada sino que Hildebrandt la solicitó. Pero en la performance ante un político de la talla del líder aprista, hacia necesario una preparación y una claridad en la formulación de las preguntas y sobre todo poseer un conocimiento histórico a fin de que la entrevista sea interesante.
Hay una confesión que hace Hildebrandt en el libro que recoge estos diálogos: “A terminar, había perdido, y para siempre, el miedo: los colosos podían temblar y a partir de ahora los enfrentaría a solas”

Así empieza la historia de las entrevistas y luego caen bajo su andamiaje de cuestionarios, personajes como Belaunde, Luis Alberto Sánchez, Alfonso Barrantes Lingan, Hugo Blanco, Jorge del Prado, Luís Bedoya Reyes, Pablo Macera, Juan Velasco Alvarado, Andrés Townsend Ezcurra, Armando Villanueva, Jorge Luis Borges, Mario Vargas llosa y una lista interminable de personalidades.

La curva de una vida
César Hildebrandt ha pasado por la revista Caretas, jefe de redacción de la revista Variedades del diario La Crónica en 1975, desde 1982 ingresa a la televisión, y ha transitado casi todos los canales, saliendo de ellos siempre entre broncas con los directivos o dueños. También asumió la dirección de la revista Sí cerca de dos años entre 1987 y 1989, y colaboro en la página editorial del diario madrileño ABC cuando partió en exilio personal hacia la madre patria. En el año 2000 en plena dictadura de Fujimori y cuando la televisión lo corrió, y nadie osaba contratarlo (recuérdese que según los vladivideos Montesinos negociaba su cabeza con Genaro Delgado Parker) funda Liberación, uno de los mejores diarios que parió el país ante la servidumbre de la mayoría de medios hacia la dictadura. Este diario se convirtió en bastión informativo e intelectual de la oposición. Tuvo una duración de dos años, luego en el 2001 regresó a la televisión en Frecuencia Latina, ahora en manos de Baruch Ivcher de donde salió peleado y enfrentado con el broadcaster y con la conductora Cecilia Valenzuela en el 2006. El diario La Primera recientemente fundado por Juan Carlos Tafur lo acoge como columnista y desde esa trinchera lanza sus dardos sobre el establishment político. Tafur deja la dirección del diario y Hildebrandt no ve con buenos ojos la nueva orientación del medio. Hasta que uno de sus maestros Cesar Lévano asume la dirección y con el, Cesar Hildebrandt regresa como asiduo colaborador y tiempo después recala en la Revista Domingo del diario La República. También dirigió el programa dominical El perro del hortelano vía canal RBC donde desplegó su talento, renunciando vía correo electrónico ante las sugerencias de ponerse bajo la línea editorial que pretendía el dueño de la radio televisora, Ricardo Belmont. Alejado de los medios por un tiempo, salió a la luz el 2010, su semanario Hildebrandt en sus trece, revista que sobrevive hasta la actualidad gracias a sus lectores y que no cuenta con anunciantes en su interior pero es bien esperado por el publico seguidor de su pluma y su talento.
En el libro, Gajes del oficio I, su autor, el periodista Pedro Salinas, realiza un sinceramiento acerca de nuestro personaje, dice: lo escribí hace ya mucho. César Hildebrant es el mejor de todos nosotros. Esto es cierto por que Hildebrandt ha hecho todo, desde columnas de opinión, editoriales, crónicas, reportajes, ha dirigido revistas, diarios, ha hecho televisión, radio etc. Y casi todo lo ha realizado con éxito.

A lo largo de su carrera ha hecho catarsis, se ha ganado enemigos, gratuitos se ha peleado con colegas, políticos e intelectuales, se ha equivocado, asumió banderas políticas, (como cuando trabajó para el régimen de Velasco Alvarado o cuando apoyo en el 1990 la candidatura de Mario Vargas Llosa). Se le acusó de recibir dinero del Fernando Zevallos. Fernando Ampuero le dedicó un libro infame (El Enano) que no pasa de ser un delirio de acusete infantil. Se ha agarrado en el 2006 a punta de artículos con Aldo Mariátegui, director de Correo donde deja en ridículo al pobre, llamándolo el idiota de la familia y burro. Se dice socialista y no se amilana a la hora de criticar a Fidel Castro o dedicarle a la izquierda peruana un artículo titulado La izquierda cadavérica y desentrañar sus pobrezas y bajezas. Admirador del viejo Marx, lector apasionado de literatura, también escritor (ganó en 1987 el concurso de cuento de la 1000 palabras de la revista Caretas y autor de una novela, La Memoria del Abismo) militante extraño de su propia utopía política sin banderas y sin grupitos. Hombre que detesta la comparsa de las multitudes, critica con tirria a los izquierdistas y liberales. Agnóstico, divorciado, tiene tres hijos, uno de ellos es ingeniero(Cesar Hildebrandt Chávez ) pero ejerce el periodismo, ama la buena comida, como buen Leo le gusta domar a las damas encantadoras e inteligentes, jovencitas o ya maduras según las ganas de Cupido. Si duda un personaje que trasciende por su inteligencia, su pasión, el magistral estilo de su escritura. Hildebrandt es un periodista admirado y odiado y que a pesar de las escuelas de periodismo que no les agrada su performance, se constituye en un digno ejemplo para los actuales y futuros periodistas de nuestro Perú.

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