Mi lista de blogs

lunes, 24 de octubre de 2011

EN EL NOMBRE DEL PADRE




Carlos Rivera
El jueves 20 de octubre la Fiscal María del Rosario Lozada declaró en una conferencia de prensa que el día domingo 16 del presente mes, en una accidentada quebrada del Valle del Colca se había divisado un cuerpo. Los detalles del hallazgo se conocerían días después.
Los rescatistas de la empresa Soluciones Verticales y los Topos de Mexico observaron un cuerpo a 600 metros de profundidad en la denominada zona de las mochilas del nevado Bomboya. La noticia remeció a todo el país Habían encontrado al joven Ciro Castillo Rojo desaparecido por más de 200 días.
El padre del muchacho, Dr. Ciro Castillo imploró desde la impotencia, quizás su última plegaria: al Señor de los Milagros, suplicándo le devuelva a su hijo. La madre oraba, también, al Cristo Morado a fin de encontrar el cuerpo de su vástago para llevarle flores y llorarle respectivamente. Los Topos Mexicanos también ya estaban exhaustos, la Fiscalía a cargo de las diligencias ya habían anunciado declarar cerrado el caso, al cumplirse el plazo establecido por ley. Ya era imposible saber qué le había pasado. Hasta se habían agotado las múltiples hipótesis: asesinato, secuestro, fuga. Ya la noticia era una telenovela mediática jamás vista en la historia de nuestro país. Los medios explotaron las sensibilidades de la manera más descarada, aprovechándose de la desesperación propia de la familia Castillo por saber de su hijo, y de Rosario Ponce por defenderse de las acusaciones. Moneda común las broncas y denuncias mutuas llena de intrascendentes chácharas frente a los micrófonos. ¿Por qué no llora Rosario? ¿Por qué no participó en la búsqueda de su enamorado en el Colca? ¿Por qué se ríe? Y demás parloteos y subjetividades que la prensa sandunguera recogía como carnecita en afanes meramente de alimentar el guión de la novela.
El milagro se hizo realidad y solo las diligencias judiciales y las pruebas científicas determinaran los pormenores que demuestren las circunstancias en las que Ciro falleciera.
Si algo llama mi atención de este hecho, es la inquebrantable fe del Dr. Ciro Castillo que sacrificó su propia vida, no escatimó recursos. Mostró una fortaleza admirable para no doblegarse como padre de una familia que compartían las tristezas del hermano ausente y del hijo que hubieran deseado sea prodigo. Se entregó con toda su alma en su búsqueda, pocas veces se le vio destrozado frente a las cámaras, a pesar del tormento y la angustia que vivía en su interior y las lágrimas que de seguro derramaba en la soledad de su casa (como comentaba su esposa a un medio de comunicación). La familia de Ciro Castillo tendrá un lugar donde llorar y dejarle algunas flores que traten de aliviar, poco a poco, la pesadilla vivida tras su desaparición.

No hay comentarios: