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lunes, 19 de septiembre de 2011

La cultura al gobierno de Ollanta Humala





VOCES / Carlos Rivera - Militante de Constructores Perú

Muchas veces la emoción suplanta el buen juicio y criterio con el que debemos evaluar el nombramiento de un personaje como ministro, y nos dejamos invadir por una ráfaga de sentimentalismo e identificación con él o la susodicha, olvidándonos de sus verdaderos intereses, conflictos, actividades así como su capacidad e identificación con el tema para el que se le convoca. Como ciudadanos acostumbrados a la agenda mediática seguimos esas performances, con una fe ciega casi olímpica.

Que este sentimiento idealista nos abrigue por un tiempo es comprensible, pero que no se aleje de nosotros por más de un mes es ya preocupante. Hay que alimentar la perspectiva, comparar y evaluar. Hagamos un pequeño ejercicio claro y concreto, y preguntémonos: ¿ de verdad puede hacer algo por la cultura la ministra Susana Baca?

No me vayan a responder, por Dios, que ganó un Grammy o que salió en la portada del New York Times o que es una digna representante de la peruanidad o que su voz es una de las mejores del mundo. No, la función pública no se mide con esos parámetros valorativos. Se requiere poner en orden un ministerio que ha sido un elefante blanco lleno de papelería y buenas intenciones bajo la dirección de Juan Ossio, quien no hizo absolutamente nada, por muy recomendado que fuera de nuestro Nobel, Mario Vargas Llosa.

El Ministerio de Cultura requiere un involucramiento real a tiempo completo, que dinamice las políticas culturales del país, que interactúe interinstitucionalmente, que busque convenios, articule verdaderos proyectos y acciones en función de promover la cultura en todos los rincones del país. Es obvio afirmar que se necesita una ministra que atienda de verdad ese sector.

Lamentablemente, duele decirlo, pero al margen de admiración hacia su arte y talento, Susana Baca no puede dividir su agenda entre presentaciones y las diligencias propias que el ministerio exige. Si sumamos a esto su inexperiencia, tendremos dos puntos sustanciales en su contra. Y lo peor de todo que ello reflejaría la poca importancia que tiene la cultura en el actual gobierno de Ollanta Humala.

Porque cultura no es solo invitar una noche a los Toribianitos a Palacio de Gobierno, pedirle a Diego Flores que cante en una plaza pública o que la ministra del sector acompañe con su voz a los chicos de Calle 13 en el Cuzco. La cultura hoy debe consistir en políticas de gobierno orientadas a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos con el objetivo generar un desarrollo cultural aunado al crecimiento económico, la educación y a la atención de sus necesidades básicas, porque el desarrollo, tal cual lo pensaba Alan García, no solo es fierro y cemento. Pero allá él con sus ignorancias, está a tiempo el presidente Ollanta Humala en darle a la cultura la importancia que se merece.

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