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viernes, 10 de junio de 2011

El papel de los medios de comunicación y periodistas en la última campaña electoral.

Carlos Rivera


Lejos de las pasiones, ya un tanto reposados de la guerra que se desató en pro y en contra de un determinado candidata(o) presidencial. Se afirma que (y como declarara Pedro Salinas ayer por la mañana en el noticiero Buenos Días Perú que Beto Ortiz conduce): “la polarización se vive en cualquier parte del mundo y no es exclusividad del Perú.” Se hace también el distingo entre la línea editorial de un medio y la línea informativa que pueden coincidir con determinada opción política, pero que son cosas distintas. Ahí radica el refugio que le otorgaría un nivel de credibilidad y le lavaría la cara al medio que apoyó una candidatura que no ganó, caso el diario El Comercio, alegando que nunca se trastocaron las noticias o se presionaron a los periodistas. Sin embargo sus titulares, el contenido, la línea de las investigaciones dicen todo lo contrario.
Bueno, la ciudadanía del interior del país ve con antipatía el papel de la gran prensa peruana por que los ningunean o minimizan cuando realizan sus paralizaciones y quisieran que les den mayor cobertura. Prueba de ello son los maltratos que reciben cuando abordan una noticia en dichas zonas. El presidente García también se quejó de que los medios no muestran las cosas buenas (obras) de su gobierno como si estaría sugiriendo que le dediquen especiales. La ciudadanía afín a Ollanta señaló que los medios están vendidos y parcializados. Pero desde el punto de vista teórico la parcialización sea a favor de un gobierno o de la oposición no permite que el flujo de informaciones y opiniones que llega a la ciudadanía sean objetivas y claras sin ningún afán subalterno implícito en el desarrollo de las notas o de la opinión editorial del medio. Pero no podemos soslayar que siempre hay intereses en juego: políticos y económicos. Así también la ciudadanía asume una posición acorde a sus demandas que reclama (otra vez intereses). Entonces el periodista no puede estar satisfaciendo a todo este conjunto de encomiendas, tiene que lidiar con el interés público y su convicción profesional. La objetividad total no existe y menos la imparcialidad incuestionable. Entonces si así son las cosas ¿por qué nos parece abominable lo que hicieron El Comercio, Perú 21 y Correo y la mayoría de canales de televisión? Por que el descaro era evidente, parecía una orquestación de noticias de todo calibre hacia Ollanta y hasta en contra de hombres como Mario Vargas Llosa. Ahora la carga de agresividad (hasta racista) era muy repugnante. Además habría que agregarle que este supuesto apoyo hacia Keiko venia gratis, sin un Montesinos que los comprara a favor de la causa. Lo cual de por si era mucho mas que peligroso. No era solo opinión de los editores sino hacian parte a la planilla del medio y los periodistas tuvieron que ajustarse a dichas prerrogativas, si no se les votaba. El alegato que emplea Beto Ortiz justificando el hecho de los despedidos por Canal N, radica en la libertad empresarial sobre el contrato que le otorga la capacidad decisoria y la resignación del trabajador a aceptar su despido y buscarse otra fuente de trabajo. Lo cual es cierto en parte pero evidencia la bajeza y la miseria humana cuando hay un contexto como en la última campaña electoral.
La Primera y La República (respetando posiciones tan controversiales como los artículos de Fernando Rospigliosi y de Hugo Neira quienes manifestaron en sus escritos su claro rechazo a la candidatura de líder de Gana Perú) se la jugaron solos y no los hace héroes ni santos. Tomaron una posición ante dicha campaña. Cambio 16 un tanto más independiente con articulistas neutrales como Rosa María Palacios en sus filas y un despliegue de las informaciones tratando de ser neutrales y claros.
Si bien es cierto el periodista no está para ser vocero, defensor, ni fiscal. Pero un deber moral que no enseñan los sílabos de las facultades universitarias obliga a que no seamos cómplices o subalternos de contubernios que lindan con la corrupción y lo mafioso.
De los empresarios televisivos se puede esperar todo. Amanecen pensando solo en su dinero, sonríen con quien defiendan sus intereses. Claro que hay excepciones, pero son muy pocos.

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