Carlos Rivera
El Perú tiene en su haber, el elogioso reconocimiento de ser cuna de la más pobre y mediocre burocracia. No se explica como podemos empeorar día a día más a pesar de que ya estamos en la estratosfera de la insensatez a todo nivel en la dependencia estatal. El asunto debe agotar investigaciones en la materia y sus distintos planteamientos problemáticos en la sicología humana y su interrelación con la realidad social y cultural que vivimos los peruanos. En sencillas palabras, estamos jodidos con nuestros servidores públicos. Esto ya no es una patología sino una herencia genética de dichos especímenes que copan los cargos públicos como un círculo vicioso apocalíptico.
Uno creerá que una experiencia personal no pude servir para generalizar de esta manera a los fervientes guardianes de los intereses públicos. Sintiéndose estos más bien como objetos de veneración digna de monumentos. Pero ¿qué pasa cuando esas circunstancias de comprobación de la inutilidad de éstos sujetos le pasa al por lo menos 90 % de la población peruana?
Este grado de ineficiencia corresponde a un patrón evidente acerca de su génesis de cómo llego a dicho cargo (¿qué talento tuvo? ¿Que aspiración superior lo hace especial? ¿Cual es su grado de inteligencia? ¿Es idóneo para el cargo? ).
El Burócrata Municipal se siente la última chupada del mango, hace dificultoso cualquier trámite que a lo mucho debiera durar un minuto. Levanta el mentón como sintiéndose un semidiós. Saluda con gestos economizando palabras por que ya no está para derramar saludos por doquier. El servidor público debiera trabajar entre las 8:00 am y 3:00 pm, es decir labora en horario corrido pero tiene un breack de media o una hora a las 10:00 am para almorzar a las 12.:00 am. Entonces lo que debiera ser un horario normal de 8 horas se convierten en 6. Ahora bien, posterior a la marcada de tarjeta hay un tiempo de mas o menos de media hora que el susodicho emplea en platicas habituales y básicas como preguntar por la borrachera de zutano, la minifalda de la secretaria, o si ya pagaron a pesar de que aun están en la quincena, la performance de la selección peruana o no descuidar su hedonismo analizando con circunspecta seriedad la ultima malcriada de El Trome. Ya tenemos 5 horas y media de trabajo, a esto hay que agregarle la hora que tarda en instalarse en su puesto y revisar su agenda, prender su PC, buscar la radio y sintonizar la emisora más romántica del dial, chismear con el vecino de escritorio. La gente está esperando pero el o ella aun continua preparándose para atender al ciudadano que ya está medio dormido o en todo caso con todo su arsenal de insultos en su cabeza para el sujeto en cuestión. En total el Burócrata Municipal solo trabaja 4 horas.
Indagando sobre su comportamiento intentáremos en síntesis tratar de delimitar sus características:
1. Su mala ortografía
2. Su incapacidad por resolver un problema sencillo
3. Elevado ego (al Burócrata Municipal nunca lo trate de amigo siempre dígale ingeniero o doctor y lo oirá complacido)
4. Incapacidad por el manejo de la tecnología en bien del servicio(a pesar de haber estudiado sus programitas básicos de computación le es imposible la velocidad a la hora de buscar un expediente)
5. Utilización de palabras comunes (lo estamos atendiendo, trabajamos en ello, la persona indicada no está, o la ultima ya cuando le llega todo: ¡quéjese donde quiera!)
6. A pesar de trabajar tan poco buscan salir a la calle por cualquier motivo (el cuento de la llamada a celular, la búsqueda de café para la tarde, sacar copias)
7. Tener un olímpico sentimiento de ocupabilidad a pesar de no hacer casi nada (no ha visto usted como andan apurados de un lado hacia otro)
8. Creer que el ciudadano esta bajo su disposición (ha visto como lo miran cuando usted está exigiéndole un poco mas de celeridad mientras ella o el conversa con algún otra burócrata importándole un rábano su tiempo)
9. Es un tipo que intentó laborar en la actividad privada pero ante un diagnostico de gestión por competencias de un riguroso empleador resultó un fiasco a pesar de las dos carreritas profesionales y la maestría que exhibía que lo catapultaban como un alto funcionario de una gran transnacional. ¿Entonces que hago se preguntó impoluto? Trabajar en el sector público se respondió para desgracia nuestra.
10. Hay otro que con las justas pisó la secundaria pero era hábil, floreaba como Melcochita explicando un teorema de los fractales. Su verbo simplón, pero lleno de recursos de grandilocuencia sobona sabiendo la naturaleza de su prole y como tejer comentarios que lo enarbolen competencias de líder o jefe de alguna área importante. Entonces se buscó una campaña electoral, alzó las banderas de dicha organización y se codeó con la alta dirigencia explicando sus estrategias de victoria.
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