Carlos Rivera Quispe
Cuando uno compra un diario local, de cara a empaparse un poco más del tema electoral, encuentra entre sus páginas los conocidos espacios dedicados al informe sobre el acontecer político. El periodista nos presenta las respectivas tendencias y estadísticas para que los lectores tengamos un panorama más claro. En algunos se nota, trabajo en otros, francamente ningún atisbo de profesionalismo.
El periodista busca la información, la procesa, la ordena y le da un matiz personal a su trabajo acorde al tema y a la línea editorial del medio. El informe político busca satisfacer la demanda noticiosa, clarificarle al ciudadano las distintas variables y perspectivas, los posibles escenarios que se avecinan. Es decir, aspira a ser su brújula de conocimiento que le ayude a tomar una decisión o amplifique sus conocimientos sobre el panorama. Entonces como complemento –y dado que el periodista no es un sabelotodo- busca la opinión de algún experto, es decir un analista político que apuntale las líneas que el periodista requiere para darle contundencia a la nota, lo cual es muy común en el periodismo, aquí y en la china. Nadie pretende descubrir la pólvora.
Lo criticable es que en nuestra Arequipa, a veces recurren al especialista para sonsacarle alguna luminaria sentencia, visión o frase contundente que debiera ser el argumento solido que busca el hombre de prensa para otorgarle credibilidad y una aparente neutralidad al informe.
Pero es un abuso creer que los ciudadanos son estúpidos y que todos aun no pasan del coquito. Es un atrevimiento y una falta de esfuerzo del periodista no ofrecer un producto mejor a la personas.
Ensayemos un ejemplo:
“Las próximas elecciones de Arequipa serán un escenario de confrontación de recursos y estrategias publicitarias que los candidatos tendrán que trabajar para lograr un escaño en el parlamento nacional. Un elemento importante que los candidatos descuidan son las reales necesidades de la población y el poco conocimiento que estos tienen de la labor congresal de cara a cumplir-si ganan-sus respectivas- funciones.”
Acá viene el analista:
“Para el analista político Perico de los Palotes esta campaña resulta pobrísima y falta de propuestas serias que resuelvan los grandes problemas nacionales. Además, destacó: Los candidatos no sintonizan con la población por que no elaboran verdaderas propuestas, y desconocen la función del congresista. En los próximos meses deberán afianzar sus estrategias si es que no quieren perder.”
Tanto el periodista como en analista dicen los mismo, es mas el analista está por las puras.
Ello supone algunas teorías:
1.- La pobreza de ideas del analista
2.- La poca cultura y recursos del periodista.
3.-El pobre empeño, el poco tiempo y dedicación del periodista por hacer bien su trabajo
Veamos: el analista en este caso solo dice lo que el periodista quiere para la nota, el analista ha podido darle mayores alcances que no hace uso el hombre de prensa. Desde luego que también hay cierta pobreza en análisis de los mencionados que muchas veces solo brindan lugares comunes en sus proposiciones. Pero la gran responsabilidad está en el periodista que debiera escudriñar y aprovechar el bagaje y dominio temático del experto.
Esto supone descartar la primera en parte, pero la teoría 2 y 3 tienen asidero, mas aun que el periodista debe siempre estar a la vanguardia, ser lo más cauto y sensato por no decir también inteligente, con la entrevista que realiza al analista para completar la nota.
Se recurre al analista político o experto por que este tiene un dominio profesional sobre algún tema, en este caso de la política; sus visiones y apreciaciones son de carácter prospectivo y se sumergen en la realidad para extraer conceptos. No se recurre al analista político para preguntarle la hora o hacerle decir lo que uno desea escuchar. Pero también hay que recalcar que cualquiera no hace análisis político. Hagan su chamba pues amigos periodistas.
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