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miércoles, 20 de febrero de 2008

A DON PEPE





Jueves, 3 de noviembre del 2005 Diario Arequipa al dia


Por Carlos Rivera (*)

Lo he visto de nuevo, ahora caminando a paso cansado, apoyado en un bastón acompañado de su esposa Teresa, rumbo a su casa de la calle Villalba y pensé como el hombre hecho verso se pasea entre nosotros iluminándonos con su presencia en cada calle, y nosotros obnubilados en asuntos efímeros o de otra índole, no sabiendo que Don Pepe, que es lo mismo decir José Ruiz Rosas (1928), es nuestro mayor poeta vivo que tiene Arequipa (muy a pesar que nació en Lima).

A los muchachitos que se preparaban para la universidad – y otros que lo siguen haciendo hasta el día de hoy- tal vez les venga a la memoria “Yo tengo un sol opaco” que tenían que memorizar y analizar sus figuras literarias y metáforas. Pero desconocen que el poeta camina por nuestras calles de Arequipa y creerán que Borges, Vallejo, Neruda y por supuesto José Ruiz Rosas comparten la melancolía de la otra vida, pero Don Pepe aún respira, aún escribe y convierte los crepúsculos en alba; aún hace de la noche un susurro de voces envolventes porque como diría alguien en este mismo diario sobre nuestro vate: “De oficio, poeta”.

La primera vez que lo vi fue cuando laboraba en la municipalidad Provincial de Arequipa. Había que dejar una invitación a su casa. Ya había leído “Elogio de la danza” y de inmediato rogué me concedieran el privilegio de ser yo quien entregue la invitación al poeta. Toque la puerta nerviosamente y salió su empleada, interrogó quién era, respondí en una aprendida perorata , “deje el encargo –me dijo- yo se la entrego”. Aduje que tenía que firmar personalmente Don Pepe.

Quedé impresionado por esos profundos ojos que parecen dar miedo (los que conocen a su hijo Alonso Ruiz Rosas pueden dar fe de esta singularidad familia) pero hay que mirar mas allá, en el horizonte de la mirada donde hay ternura y humildad; el maravilloso binomio de la sabiduría.

Don Pepe es un poeta de verdad, respira, sueña, parece recostarse y levantarse con versos de verdad, parece encontrar la luz en aquellos extraños recovecos de la existencia.

Tuve la dicha de conversar con él dos veces, la última fue para una pequeña revista universitaria que nunca vio la luz.

En dicha efemérides pude entender un poco más a nuestro vercificador.
Hablamos de Westphalen, Borges, Vallejo, Neruda, Vargas Llosa y un sin fin de poetas y escritores, adornaba nuestra charla unas tacitas de café servidas por su esposa Teresa y frente a nosotros dos muchachitos agustinos, observando la plática sin esbozar una palabra. Don Pepe se entregó ahí al dialogo comentando sus libros sin la más mínima rimbombancia enseñándome un cuadro de Fernando de Szyszlo colgado en la pared y detallando su rutina diaria de creación. Con mucha modestia afirmó que no leía muchos libros (sospecho que la humildad no le permite vagos lucimientos de presunción libresca). Lo entiendo -Hablo- además de su mal asmático que lo aqueja hasta hoy, de sus hijos Alonso, Jimena y de la compilación de sus mejores poemas en un libro de verdad, hasta la ironía se hizo presente narrándonos una anécdota de Mark Twain sobre los abogados.

Lo he visto de nuevo caminando como si el viento abriera su paso y se diera cuenta que el hombre que hace música con las palabras, esta ahí. Talvez Don Pepe no se acuerde mí, pero guardo para siempre la armoniosa y bella imagen de la poesía gracias a él.

1 comentario:

emelyn carolay dijo...

hola pimitol te kelo decir que tu pagina le evisto y es muy bonita ojala que sigas con tus exitos haci como creaste el cuento de "LOS CHURRUPACOS" creaas otas.Pero que no sean tan ...-...jajajajajajaja
SIGUE CON TUS EXLENETES CUENTOS