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lunes, 23 de junio de 2008

LA PARADOJA DEL GENERAL

Carlos Rivera


A través del Oficio No. 5715 de la PNP el general Alberto Jordán fue relevado por el general Roberto Orlando Villar Amiel, ex jefe de la VIII Dirección Territorial de la Policía Nacional con sede en Huancayo. Es así como empieza un nuevo reto en su carrera policial ya no desde su puesto estratégico en el sur como jefe de la Undécima Dirección Territorial Policial con jurisdicción en los departamentos de Arequipa, Moquegua y Tacna sino desde la burocracia de unas oficinas de Lima que al parecer no le provoca ninguna emoción. Fue despedido con sinceras y cálidas muestras de cariño y afecto por parte de la población.
El presidente García ha dicho que es un sumiso y timorato al haber actuado tan ingenuamente y haberse entregado mansamente a los manifestantes; el ex general por su parte hace uso de una explicación realista y con una carga valorativa que es digna de resaltar responde al presidente lo siguiente: “Fue una decisión plena, pensé en la vida de nuestros policías. ¿Qué hubiese pasado si hubiese habido treinta muertos, dónde estaría el señor ministro del Interior, el señor director de la PNP? ¿Qué problema tendría nuestro presidente?”

¿Por qué la tirria del presidente hacia Alberto Jordán? Por que y esto lo pueden corroborar los periodistas radiales de Arequipa, que estuvieron allá y transmitían en directo las tensas conversaciones con los pobladores quienes ya para esos momentos estaban con los ánimos exaltados luego de que el ex general Jordán intentara con sus hombres despejar el puente Montalvo, a través de las emisoras se pudo oír los insultos, la ira de los ciudadanos. Ante esta situación hizo lo siguiente: 1.- velar por la integridad de sus efectivos que ya estaban rodeados y algunos heridos 2.-calmar los ánimos de la población ofreciéndose el mismo como garantía para que los policías en estado grave puedan ser atendidos. Es decir hizo uso de una negociación y 3. Por haber pedido dignamente disculpas por los ataques con gases lacrimógenos hacia a población por parte de la Dinoes.

Lógicamente el presidente García piensa desde un raciocinio de verticalidad del actuar de las fuerzas policiales y el cumplimiento de órdenes sin murmuraciones, analiza la forma y no quiere ver el fondo, el contexto social, la geografía de la zona donde se desarrollaba el conflicto. Si desde la estructura de la rigurosidad legal, la lógica fría, la negatividad de retroceder en acciones que podrían si bien es cierto restablecer el orden pero a un costo mucho mayor (y no solo desde el plano económico sino desde la vida misma de un poblador o policía que es algo irreparable). Si de responsabilidad se habla entonces esta debe también recaer primeramente en la alta jerarquía: el Ministro del Interior, Luis Alva Castro y el Director la Policía Nacional, Octavio Salazar.

La consigna estratégica era apabullar y desarticular a toda costa la manifestación y si para ello debía contarse con una mayor numero de efectivos desde la capital u otras zonas había que cumplirlo y punto y lógicamente la acción primigenia del ex general Jordán correspondía a esta táctica desplegada pero la situación cambio con los ataques lacrimógenos y ante una situación así la cautela y la prudencia son eficientes consejeras al margen de lineamientos, ordenes o lo que fuere. De nada le hubieran servido al ex general un par de medallas, unas cuantas fotos a lado de un Presidente o un ministro si su conciencia cargaría con la muerte de varios colegas y civiles. La paradoja del general en Moquegua estuvo entre actuar con el debido cumplimento de su deber como jefe policial y restablecer el orden y la seguridad o evitar un costo social altísimo negociando algo que desde luego no le estaba facultado hacer Felizmente eligió la dignidad y el respeto a la vida antes que la membrecía del uniforme.

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