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viernes, 8 de junio de 2012

PENSANDO AREQUIPA


Carlos Rivera*
Periodista y escritor

El  actual crecimiento  de  Arequipa  obedece a   la estabilidad macroeconómica del país de   la última década,  dinámica que atraviesa  el turismo,  comercio  e industria;  además de venderse  la ciudad como singular atractivo  de cónclaves   ejecutivas ( CADE, Convención Minera, entre otras). Hay un enorme pliego de obras por ejecutar: Majes Siguas II, El Puente Chilina, La Autopista hacia    la Joya que desde luego darán nuevos derroteros socioeconómicos y de integración  a los arequipeños. Pero, esto nos lleva a decir que somos una región (ya no solo debemos pensar como provincia capital)  –aun- con perspectiva. Necesitamos pensar  Arequipa  -y, a esto apuntamos con la presente- en  una  dimensión  prospectiva, construyéndola hacia el futuro. 

Arequipa lidera el crecimiento de las regiones a nivel nacional   conjuntamente con  Trujillo. Estas estadísticas positivas deben servir de base  a fin de integrar una autentica visión de desarrollo regional que desde luego no solamente involucre a las autoridades  representativas sino a  una alianza pública-privada. La Cámara de Comercio e Industria de Arequipa  hace mas de una década  puso en agenda el proyecto de la Macrorregión Sur generando espacios de diálogo  y, eventos como la famosas cumbres macrorregionales y una propuesta técnica-política  y que, a pesar de críticas a las mismas, se le debe reconocer su contribución. Un hecho trascendental   fue la Junta De Rehabilitación de Arequipa encomiable unión de autoridades del ejecutivo, empresarios, y sociedad civil reunida por la coyuntura  de los  terremotos sufridos en el 1958 y 1960. El CARA,   significativo   espacio   donde año  tras años se viene discutiendo y exponiendo  la problemática de nuestra región.  

Existen problemas amenazando  convertirse  en obstáculos futuros como el reordenamiento del transporte, el crecimiento urbano, la ausencia de pulmones ecológicos en la ciudad. El cultural es un factor trascendental, Arequipa debe  ser un punto de referencia  cultural al igual que ciudades como Buenos Aires, Bogotá aprovechando al máximo ese bien ganado  titulo de Patrimonio Cultural de la Humanidad. 

Un problema que estamos viviendo hoy en día es  la exclusión de las provincias  quienes reclaman  ser atendidas  en salud, educación, infraestructura, tecnificación,  impulso  económico etc. y ser parte de la torta de beneficios del desarrollo  que la ciudad exhibe. 

Necesitamos  -y eso es de carácter imperativo- pensar Arequipa y actuar  forjando de una  buena vez verdaderas  convergencias institucionales por el desarrollo de Arequipa. Basta de que  cada quien defienda sus fueros y luche por sus exclusivos intereses. Tenemos que  conectarnos con las urgentes  necesidades  del futuro. 

domingo, 3 de junio de 2012

EN BUSCA DE LA INOCENCIA PERDIDA



«No me entiendes, Carmín la miré con pena. No me asusté por lo que hicimos. Al fin y al cabo ambos, cada cual por su lado, vamos a seguir tirando. Tú tiras con todo el mundo. Yo recién acabo de empezar y te juro que no voy a  parar. Eso es lo de menos. Lo que pasa es que siempre tuve miedo de dejar de ser niño, nunca quise crecer…»
 (Del cuento «Mi primera Flaca»)
Escribe Carlos Rivera
El escritor Orlando Mazeyra Guillen publicó este libro de cuentos  hace  unos años,  cuyo título es, entre inocente  y sugerente, URGENTE: Necesito un retazo de felicidad.
Componen doce cuentos  (y no son peregrinos  como los del maestro Gabriel García Márquez). Abordan lo cotidiano,  atravesados  y  condimentados de una  frescura singular  y una voz muy personal en actitud reclamante.  Se  percibe a dos «Orlandos»: al joven que sueña con  paraísos imposibles de felicidad  o utopías placenteras (lo sexual y lo lúdico);  y  al  hombre-escritor relamido  de añoranzas y ansioso de ternuras.  Binomio de la procesión ese catártico mundo interior del creador de historias.
La selección de cuentos ofrecida  contiene un ramillete de historias  y travesuras juveniles. El autor parte, en cada cuento, de la búsqueda de «algo»: ternura, amor, felicidad, comprensión y, en otras historias, de la simple reflexión metafísica como en  «Escribes»  y «La talega»  y, desde luego, el que lleva el título del libro, «URGENTE: Necesito un retazo de felicidad».
Que los cuentos se reduzcan a temas comunes no quita que los mismos estén escritos con buena prosa narrativa y que tengan cualidades en su estructura (y estética) que desarrolla con solvencia el autor. Se suele confundir  sencillez con simpleza; en estas historias hay intuición magistral, sensaciones explícitas recreadas alrededor de un hecho, atmósferas mínimas y,  compone con  precisión,  las voces íntimas de sus personajes (la voz  o el tono es de particular interés en el libro).  El escritor no es de perspicacias decorativas o de tecnicismos: crea una historia y le da forma tal cual la siente, sin preámbulos tediosos ni redundancias  innecesarias. Así, cada una de ellas, parece un pedazo de vida trasladada a unas hojas de papel y leídas como si fueran la experiencia misma. La experiencia es la suma de pasados, futuros y anhelos del porvenir. Es decir: el eco de la nostalgia en el devenir del tiempo y de la vida  de los hombres.
La mayoría de cuentos nos ofrece directamente una acción explícita  que cautiva rápidamente. Ello en razón del título de la historia  y la primera frase que inicia  en algunos de sus  relatos.
«Ella se sabe gorda»
Ella se sabe gorda. Quiere a toda costa estilizar su fofa figura. No cree en pastillas milagrosas ni tampoco en dieta asesinas.
«Y ahora qué mierda quiere»
Maestro un toque, voy a sacar el billete de mi jato le dice al taxista y abre la puerta del Tico.
«Tendré que confiar en ella»
Hace muy poco entró a mi habitación  y, casi ordenándome, me dijo que bajara a desayunar. Le pregunté  su nombre de inmediato. No me lo dijo. Me miró con cierta ternura y me informó que ella era mi esposa.
Cuando hablo de estética es porque hay claros muestrarios de hermosura creativa, Cito, también, un extracto de Ella siempre está:
«…cuando besé su frente todavía tibia comprendí  que la muerte nunca es buena: es fría y oscura, es invierno eterno que  entumece músculos y es, también, aura ponzoñosa que en, realidad, nos mata a todos».
Volvemos a resaltar que sus cuentos  no ofrecen la estructuración necesaria que los críticos exigen de una historia (el reclamo es meritorio y no por ello  menospreciamos esas exigencias  valederas). El nudo, los personajes y el desenlace  pueden estar  rociados en cualquier punto de los cuentos.  Las historias de Orlando Mazeyra Guillén en este libro parecen sueños (con un ligero guiño a  la pesadilla),  remembranzas personales, gritos de desesperación por salirse de la realidad y refugiarse en el sepulcro de la incomprensión.
El hombre que escribe quiere ser feliz, acariciar  la inocencia y volverla a tenerla entre sus manos para dejarla otra vez volar. Pero sabe que la inocencia nunca más volverá. No se puede ser niño dos veces.  Por eso cuenta historias, por eso también sigue viviendo a punto de  arrancarles a las palabras lo más preciado de  su belleza y  su esencia. Es decir, vengarse de la puta existencia.