Carlos Rivera
¿A dónde nos llevará la vida? Te conocí en las fragosidades de un bosque, en las correrías de mi insoldable destino. Caminamos en medio de sutiles coincidencias y de muchas diferencias. Tú prefieres un aroma, yo una textura, yo el sol y tú la luna. Yo te quiero enamorar con poesía pura y tú prefieres la centellante prosa. Gustas las berenjenas y yo ni las conozco. En lo que coincidimos plenamente es en la indecisión, pero dos indecisiones juntas resultan una correcta opción. Me gusta el equilibrio de nuestros besos: húmedos, tóxicos y salvajes. Me gusta tu piel, tu cabello lacio y sublime, tus manos pequeñas y tibias, el olor a fruta de tu sexo, tus glúteos firme, el indescifrable pergamino de tu cintura y el manjar de tus montes suaves y apetecibles para mi boca. El susurro de tus palabras cuando me besas al oído, tus brazos rodeando mi cuello, tu cantar espontáneo y el maravilloso eco de tu voz cuando dices mi nombre. No sé si esta bitácora sentimental nos llevará por orillas de sufrimientos o de alegrías ¿cómo saberlo? Tampoco me importa, solo deja que nuestros cuerpos se junten, deja que mis lágrimas se refugien en tus ojos, deja que mis deseos se acurruquen en tu boca. Déjame caminar a lado tuyo mientras dure nuestra singular aventura. Ahora te amo y lo demás no importa.
¿A dónde nos llevará la vida? Te conocí en las fragosidades de un bosque, en las correrías de mi insoldable destino. Caminamos en medio de sutiles coincidencias y de muchas diferencias. Tú prefieres un aroma, yo una textura, yo el sol y tú la luna. Yo te quiero enamorar con poesía pura y tú prefieres la centellante prosa. Gustas las berenjenas y yo ni las conozco. En lo que coincidimos plenamente es en la indecisión, pero dos indecisiones juntas resultan una correcta opción. Me gusta el equilibrio de nuestros besos: húmedos, tóxicos y salvajes. Me gusta tu piel, tu cabello lacio y sublime, tus manos pequeñas y tibias, el olor a fruta de tu sexo, tus glúteos firme, el indescifrable pergamino de tu cintura y el manjar de tus montes suaves y apetecibles para mi boca. El susurro de tus palabras cuando me besas al oído, tus brazos rodeando mi cuello, tu cantar espontáneo y el maravilloso eco de tu voz cuando dices mi nombre. No sé si esta bitácora sentimental nos llevará por orillas de sufrimientos o de alegrías ¿cómo saberlo? Tampoco me importa, solo deja que nuestros cuerpos se junten, deja que mis lágrimas se refugien en tus ojos, deja que mis deseos se acurruquen en tu boca. Déjame caminar a lado tuyo mientras dure nuestra singular aventura. Ahora te amo y lo demás no importa.
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